IDIOTEZ


Existen algunas cosas por las que uno se queda idiota , o, al menos, lo acaba pareciendo a ojos de los demás.
Existen situaciones o circunstancias en las que uno de repente se convierte en otra persona que en realidad es siempre, pero nadie se da cuenta de ello.

Por ejemplo, a mi me pasa que a veces se me para el tiempo, incluso veo las cosas moverse más lentas. Sobre todo me pasa cuando descubro pequeñas grietas en lo que se supone que está pasando y mi manera de sentir lo que ocurre.
Sucede que, por un instante, la posibilidad de vivir un sueño es factible, y es entonces cuando me esfuerzo por saborear ese momento. Esos momentos saben a "combinado fluorescente".

Me pasa también que soy perfectamente capaz de recordar una y otra y otra y mas veces ese sabor del combinado.
Soy capaz de recordar todas esas degustaciones fluorescentes de la "A" a la "X".

En "A" las lagrimas en la garganta y los párpados dorados, en "X" un tornado en una comisura y el asesinato de la espera.

Asi me pasa con muchos más combinados, y soy capaz de contartelos con todos los colores, olores y sabores del acto original.

Quizás sea porque en mi cerebro, o , más bien, en mi estómago (no el de los intestinos, sino el que de verda digiere aquello de lo que me alimento, llámenlo coraçao, por ejemplo) existe una fábrica de Formol, laca u otro sucedáneo fijativo.

Debe ser este también el motivo por el cual la nostalgia me vuelve idiota.
Es como cuando no interesa nada de lo que dan por televisión, y decides ponerte una película que TU eliges, porque a TI TE gusta. Pues con la nostalgia pasa igual, elijo la película del combinado fluorescente que desearia ver en ese momento y la paso una y otra y otra vez más.
No se si esto es bueno o malo...lo cierto es que consume más tiempo ,del que se vive en el mundo general, del que se supone que cabría esperar.
Otorgar pues tanto tiempo vital a ejercicios nostálgicos conlleva no solo el tiempo sino "estómago".
Y quizás, desgastar órganos vitales en actividades contemplativas parezca inútil pero lo cierto es, que por mal que me pese, a mi hay días que me da la vida.